sábado, 20 de febrero de 2016

¿QUIERE QUE SUS HIJOS TENGAN ÉXITO? DÉJELOS FRACASAR PRIMERO

Interersante noticia en el diario "El Mundo" que tiene todo que ver con mi último artículo. http://www.elmundo.es/salud/2016/02/20/56c6e7eb268e3e1c7f8b4599.html

ELOGIO DEL FRACASO

Para quien indague un poco acerca de cuáles son los fines de la educación, puede ser relativamente fácil llegar a la conclusión de que lo que queremos son individuos “felices”. A fin de cuentas… ¿Qué otra cosa deberíamos buscar en esta breve estancia por ese valle de lágrimas que llamamos vida? Sin embargo debo hacer algunas objeciones acerca de la felicidad y el éxito.

Cuando alguien responde que la felicidad es la meta primordial, está imponiendo un objetivo, un horizonte que perseguir, que alcanzar, y que saborear una vez llegado a él. El filósofo danés Soren Kierkegaard comentó una vez sobre la felicidad que era “una puerta que se abría hacia afuera, si uno la empuja, la cierra cada vez más”. El libro sagrado del Taoísmo, el Tao Te King, en uno de sus poemas dice “quien lo atrapa, lo pierde/ quien lo fuerza, lo estropea”. Creo que tanto Kierkegaard como Lao Tse, pueden hacer que nos demos cuenta de la posición egocéntrica desde la que vemos cuando hablamos de perseguir la felicidad.

VIVIR CON INTERÉS EN LO QUE HACEMOS, NO EN NOSOTROS MISMOS
No es posible romper con el paradigma del egocentrismo puesto que un paradigma no es tan sólo una visión de las cosas, sino las gafas con las que podemos ver esa visión. Se mira a través del paradigma. La única vía, llegados a este punto es romper ese paradigma, y para ello, se nos tiene que romper algo dentro de nosotros mismos. Es precisamente cuando enfrentamos nuestros peores temores, cuando nos podemos dar cuenta de lo bien o mal que los llegamos a calibrar desde nuestro paradigma pretérito, y esto sólo puede conseguirse de una manera: fracasando.

Perder y levantar acta de nuestra propia incapacidad e impotencia es una de las cosas más importantes nos van a ocurrir en la vida. Al romperse el paradigma egocéntrico por un periodo de tiempo concreto, vamos a tener la oportunidad para crecer y abandonar el interés en nosotros. Es entonces cuando estamos abiertos a crear, relacionarnos, aprender y entender la vida de una manera diferente. Es entonces cuando estamos abiertos a entender que el éxito y el fracaso, en tanto que relativos, son tan sólo pasos que nos llevan a nuestro destino, que por supuesto ignoramos. No sé si vendremos con un propósito vital o no, porque eso, deberíamos analizarlo al final de nuestros días. Hasta entonces, vivir (con aciertos y errores) debería ser el único propósito de la vida.

IMPOSIBLE DE ENSEÑAR, POSIBLE TRANSMITIRLO
He sido consciente de que hasta ahora he escrito fundamentalmente de grandes fracasos, es decir, aquellas catársis que marcan nuestra vida y nos reconducen hacia una nueva dirección. Considero que el éxito fundamental de la vida es vivir sin miedos. Una persona que tan solo persiga el éxito, evidentemente se está fraguando el temor a no conseguirlo. Y una persona que lo consigue, teme perderlo. El temor con esta visión de las cosas siempre está presente. La utilidad del fracaso es acabar con esos miedos, a lo que, paradógicamente, va unido una perdida en la intensidad de nuestros deseos. De repente, triunfar no es tan importante, y valoramos todo lo que ayer dábamos por sentado miramos el camino recorrido y no el que aun nos queda por recorrer.

Todas estas reacciones que se desencadenan tras un fracaso nos pasan prácticamente inadvertidas en el momento de vivirlas, por lo que únicamente podemos acercarnos a describirlas de forma individual con posterioridad. Son, por tanto, únicas, personales e intransferibles, y por eso mismo, imposibles de enseñar. No hay teoría ni descripción posible para experiencias que, acercándose las unas a las otras, son únicas. Nuestra mejor manera de que el otro a quien queremos ayudar pueda comprender a largo plazo los beneficios de su fracaso es acompañarle en sus vivencias. ¿Qué experimenta n niño que pierde un partido de fútbol? Sobre todo dolor en las primeras ocasiones si ha sido acostumbrado a la victoria, pero no deja de ser cierto que tras el transcurso de unas cuantas derrotas, ese dolor va desapareciendo, centrándose más en lo único que importa, jugar al fútbol. Cuando esto pasa el éxito llega por sí sólo. No me refiero al éxito que todos nos estamos imaginando, sino que hablo de éxito según nuestras capacidades. Es evidente que no todo el mundo puede ser Cristiano o Messi, ni siquiera todo el mundo es futbolista profesional. El éxito, así medido supone el dar el máximo de nuestras capacidades en el momento oportuno. Un buen entrenador (y un buen profesor) sería esa persona que ha fracasado y comprende al niño en sus fracasos, acompañándole en los momentos de dolor y haciéndolo consciente de que hoy es mejor y más completo que ayer gracias al fracaso, pues esa persona es la que debe señalarnos el motivo de nuestro fracaso. ¿O acaso no es cierto que se dice que de las derrotas se aprende mucho más que de las victorias?

SOBREVALORACIÓN DEL ÉXITO
En una sociedad que exprime el dogma consumista “tanto tienes tanto vales”, es lógico que “tener” sea sinónimo de éxito. Erich Fromm trató el tema en su libro “Del tener al ser”, pero el tema es tan viejo como la sociedad de consumo misma. Defiendo que consumir en sí no es malo siempre que se sea consciente de lo que se hace. En este contexto, la palabra “austeridad” (para mi, desechar todo aquello que no se necesita en busca de la sencillez) no suena tan mal como nos han hecho pensar. Pero no creo que sea posible defender una sencillez de la persona sin fracasar previamente, tanto más si en el fango en el que nadamos es una sociedad en la que se aplaude lo material y lo inmediato. Lo que hoy entendemos como éxito es una confusión histórica de la que aun no somos plenamente conscientes. Lo tenemos todo, pero no estamos aun preparados para manejarlo, es por eso mismo que necesitamos fracasar (ahora más que nunca) y ver la futilidad de nuestros postulados.
Quiero cerrar este artículo con en párrafo de un libro que me impresionó profundamente llamado “Yo soy eso” del gurú hindú Sri Nisargadatta Maharaj (Ed. Sirio). Espero que inspire:

Mientras creamos que necesitamos cosas que nos hagan felices creeremos también que en su ausencia debeos ser miserables. La mente siempre se moldea de acuerdo con sus creencias. De aquí la importancia de convencerse de que uno no necesita ser espoleado hacia la felicidad; de que al contrario,, el placer es una distracción y un fastidio pues crea la falsa convicción de qe necesitamos tener y hacer cosas para ser feliz cuando en realidad es justamente lo opuesto.

¿Pero por qué hablar de la felicidad siquiera? Usted no piensa en la felicidad excepto cuando es infeliz. Un hombre que dice “ahora soy feliz”, está entre dos aflicciones la pasada y la futura Esta felicidad es una mera excitación causada por el alivio de sufrimiento. La felicidad real es totalmente no consciente de sí misma. Se expresa mejor negativamente como: “No hay nada mal en mí, no tengo nada de qué preocuparme”.

FRANCISCO VIANA

sábado, 6 de febrero de 2016

POMPA Y CIRCUNSTANCIA (Ignacio Peyró)


El libro que reseño hoy no es un libro de educación. No se encontrarán en él teorías ni experiencias pedagógicas. Mi intención al ocuparme de este libro tiene que ver con mi labor como coordinador del proyecto bilingüe de un centro público. Me explico.

A menudo, y sin saber muchas veces por qué, celebramos como autenticas modas acontecimientos de países anglosajones en los que organizamos con los niños bailes, canciones y manualidades pero sin saber muchas veces el por qué. El caso más notable es (exacto) Halloween. Temo que hayamos llegado a un punto en el que estamos tan acostumbrados a hacerlo que hemos podido confundir el fin con los medios. 

Desde que me dedico a la enseñanza pública he celebrado unos cuantos Halloween, Día de San Patricio, Navidad versión abrumadoramente anglosajona y algún día de Acción de Gracias. Es perfectamente comprensible la crítica que se nos hace desde fuera de la escuela, porque estoy de acuerdo en que algunas de ellas son tradiciones que ni nos van ni nos vienen, mientras descuidamos nuestra cultura y tradiciones, en mi opinión por venir de una forma apabullante del Catolicismo, a su vez en crisis en esa parte del mundo que llamamos Occidente. Por un extraño complejo, si somos capaces de celebrar el patrón de Irlanda mientras muchos ignoran al Patrón de España. Curioso. 

Sin embargo, a veces es necesario volver atrás y recordar que la intención de las escuelas celebrando este tipo de festivales y tradiciones foráneas, no es (o no debería ser en ningún caso) sustituir o empequeñecer las tradiciones propias, sino abrir una puerta al alumno para conocer otra cultura, hecho imprescindible si se quieren estudiantes comprometidos, por el motivante hecho de enamorarse de otra cultura, con el aprendizaje y la práctica de un segundo idioma. ¿Cuántos de nosotros no habremos logrado aprender inglés porque nos encanta el Reino Unido, los Estados Unidos, Irlanda  cualquier otro país de habla inglesa? 

Conste además que en la defensa de mi argumentario hay base teórica, pues en los años 80, Michael Canale y Merril Swain, incluyeron la competencia socio-cultural como pieza imprescindible para ser competente comunicativamente en una lengua (Communicative Competence). Sin entrar más a fondo en el tema, mi recomendación será siempre tratar de enamorar y atraer al alumno hacia el aprendizaje del inglés (también) a través del conocimiento de la cultura de los países en los que se habla. La celebración de este tipo de acontecimientos que no tengan como horizonte esto, son en mi opinión una perfecta pérdida de tiempo y confunden (cuando no dañan) al alumno.

Sin embargo, la celebración de festivales foráneos en nuestras escuelas no es la única manera de entender y abrirse a otra cultura com es lógico. Qué menos qe viajar a ese país concreto, conocer su gastronomía, clima, gentes, paisajes, ciudades… No siendo siempre posible esto último, nos quedan los ibros, y el que hoy reseño, lo cnsidero un libro perfecto para abrirse a una cultura de un país- el Reino Unido- a través de sus hojs.
Si se están preguntando el por qué del Reno Unido, la respuesta es porque aparte de ser la Tierra Madre del idioma inglés, quien escribe esto está enamorado y fascinado or su cultura y tradiciones.

Para abrirse a la cultura del Reino Unido hay libros extraordinarios, y no hablo necesariamente de su literatura, extraordinariamente rica, sino de obras de historia como Londres, una biografía de Peter Akroyd o Historia de los pueblos de habla inglesa, del gran Churchill, y sin embargo, como l que nos ocupa aquí es lo que considero bueno para que un alumno de primaria se inicie en estas lides, propongo un diccionario que considero interesante para niños a partir de 5º de primaria. Entre sus ventajas –quizá la principal- está que se puede abrir por cualquier sitio y no es necesario seguir el hilo, ni siquiera ser constante, para leer este tocho de más de mil páginas. Como inconveniente, destaco que su lenguaje puede ser demasiado complejo para el restringido vocabulario de niños de estas edades, inconveniente al que podremos poner remedio y un adulto igualmente anglófilo nos guía y nos apoya en su lectura.

En Pompa y circunstancia podréis encontrar todo aquello que un alglófilo espera encontrar en un libro sobre la Gran Bretaña: El Old England Club, el Mini, la Reina Victoria, Lady Di, Harrods, Barbour, sus autobuses y taxis, su clima, su pésima gastronomía, Churchill, Bernard Shaw, Oscar Wilde, Jack el Destripador, Oxford y Cambridge, Aston Martin, la Union Jack, el Té, Burberry o el Parlamento británico. Y esto sólo es una pasada superficial al libro.

Así que ya sabéis, cuando vuestros hijos alcancen la edad adecuada, no está de más el clásico viajecito a Londres y lo demás –esperemos- vendrá solo. Aquí tenéis uno de esos libros para tener en casa, con el que pasar un rato entretenido de cuando en cuando, y lo más importante, gasolina para tener a estudiantes de inglés motivados. 

POMPA Y CIRCUNSTANCIA
Ignacio Peyró
Fórcola 2014
1062 Páginas